Cómo hacer que tu manuscrito resulte más atractivo para una editorial

Cómo hacer que tu manuscrito resulte más atractivo para una editorial

Descubre cómo hacer que tu manuscrito resulte más atractivo a ojos de un editor para que te lo publiquen y cuales son los aspectos formales del texto que es mejor respetar.

¿Te has parado a pensar alguna vez en que puedes perder la oportunidad de ser publicado solo por enviar un manuscrito antiestético y descuidado?

Para que una obra sea tenida en cuenta para ser publicada o ganar un concurso literario, debe pasar cierto número de cribas y la primera de estas es la estética, la presentación formal de la obra. Al igual que en una entrevista de trabajo, tu obra debe causar una buena primera impresión para que quien la reciba quiera conocerla más en profundidad, de lo contrario, tu original puede irse directo a la papelera; literalmente.

Incluso cuando se lo mandas a tu editor freelance o al corrector, antes tienes que hacer esta revisión de formato. Harás que su trabajo sea más placentero, te lo agradecerán y tendrán mejor predisposición con tu obra.

También hazlo antes de remitir la versión final revisada al maquetador que plasmará tu obra en una maqueta porque en los viajes que el archivo hace entre editor, autor y corrector se pueden generar erratas y con más razón aún si el original no ha pasado por las manos de un corrector y va directo a maquetación.

A continuación, te comento los cuatro errores de formato más comunes que solemos cometer al escribir y te doy unos cuantos tips para solucionarlos. Interesante, ¿verdad? Sigue leyendo.

  1. Problemas de espaciado

Hay toda una colección de errores frecuentes relacionados con los espacios y los tabuladores que pueden convertir el formato de una obra en una auténtica pesadilla.

Es más común de lo que parece, por ejemplo, aplicar tabuladores o espacios en blanco para sangrar texto. Pues bien, las sangrías no se hacen a golpe de poner un tabulador al inicio del texto. Para esto se usa la opción sangría de primera línea en párrafo y, si no lo quieres hacer uno a uno —algo lógico— para eso existen los estilos de párrafos.

No vale eso de «yo uso siempre cuatro espacios para la sangría». Es un error, ya que este uso indebido puede acabar generando erratas. Por ejemplo, que muchos párrafos comiencen con un espacio: esto sucede porque es común en edición buscar dobles espacios para remplazarlos por uno.

Otro problema que da este mal uso es en la composición. La distribución de los caracteres en la línea difiere según la fuente y las palabras. En definitiva: cuatro espacios de una fuente no son iguales a cuatro espacios de otras.

Otro de los errores que alcanza la categoría de horror en el formato es alinear texto con tabulador o espacios en blanco. No alinees textos a la derecha apretando eternamente la barra espaciadora o el tabulador hasta hacer que esta coincida con el margen derecho y lo mismo vale para centrar textos. Apretar 87 veces la barra espaciadora hasta hacer que el texto alcance, más o menos, al centro de la página es incorrecto. La alineación de los textos también se configura en la pestaña Párrafo.

Otro error frecuente con los espacios es poner una línea en blanco tras cada párrafo.

Espaciar los párrafos principales con una línea vacía entorpece el trabajo del editor, pero también se presta a confusión. Por ejemplo, en las novelas donde un espacio en blanco se emplea para indicar un cambio, ya sea de narrador, de tiempo, etc., este espacio indica un cambio sustancial. Cierto es que este blanco suele ser mayor y equivalente a dos o tres líneas. Sin embargo, el maquetador no tiene por qué adivinar que así es (sí, adivinar, porque no lee el texto). En este caso, subsanar este error es sencillo agregando espacio entre párrafos del mismo tipo, de nuevo, en la pestaña Párrafo

Lo mismo vale para separar textos con jerarquías diferentes, como son los títulos del texto principal o separar capítulos. Siempre es preferible ampliar el espacio anterior y posterior del párrafo que dejar líneas en blanco generadas con saltos de carro entre otras cosas, porque es muy posible que no recuerdes cuántos Enter has agregado en los capítulos anteriores y que acabes perdiendo el tiempo una y otra vez yendo a contar cuántos has puesto en otros capítulos.

Uno de los problemas que genera esta situación es que, si agregas este espacio en los primeros capítulos, se descuajeringa el inicio de todos los capítulos siguientes. Incluso si solo añades un par de líneas, todo lo que sigue se descuadra.

Para solventar este punto existe el salto de página y el salto de sección que se encuentran en la pestaña Insertar de Word.

  1. Usar viñetas de raya para puntuar diálogos

Nunca deben utilizarse nunca guiones en viñetas para puntuar diálogos, sino rayas de diálogo (Em dash). Las frases dichas por los personajes no necesitan de jerarquización alguna; por tanto, es un error usar párrafos con el formato de viñetas.

Tampoco es correcto utilizar guiones medios ni ningún otro tipo de raya o guion. Para insertar correctamente la raya de dialogo en Word hay varias maneras de hacerlo:

  • Usar la combinación de teclas Alt + 0151.
  • Emplear la combinación de teclas Alt + Ctrl + – (tecla menos del teclado numérico).
  • Ir a Insertar → Símbolo y buscar Em dash para clicar sobre ella
  • Siguiendo esta misma ruta, también puedes configurar otra combinación de teclas que te sea más cómoda que Alt + Ctrl + –. Por ejemplo, que al tipear dos guiones seguidos estos se conviertan automáticamente en una raya.
  • Utiliza algún método anterior y recurre al copia-pega.

 

 

  1. Anotaciones al contenido

Word y cualquier procesador de textos cuentan con una función específica para dar formato a las notas en un escrito. Las notas al pie de página deben agregarse con la función correspondiente: Referencias → Insertar notas al pie. Lo mismo aplica para las notas al final.

Por tanto, a la hora de revisar cómo están configuradas las notas en un documento evita:

Incluir las notas en un cuadro de texto, ya que el cuadro puede moverse y terminar en cualquier lado si se agrega una línea o algunas palabras a un párrafo. Además, de esta manera no se produce la vinculación entre la referencia y el texto de la nota y puede confundir al lector.

Si las notas son muy largas para situarlas al pie, es mejor ponerlas al final del capítulo o del libro. Además, tipográficamente el formato de las notas debe tener un cuerpo menor al texto principal, para que el lector identifique su jerarquía.

Hay veces que lo que queremos es dejar un comentario para que el editor o el maquetador lo tenga en cuenta a la hora de hacer su trabajo. Es importante que estos comentarios tampoco se agreguen en cuadros de texto ni se pongan entre paréntesis o corchetes en medio del texto, ya que corres el riesgo de que estos comentarios acaben publicados en la obra. Para estos casos utiliza la opción de insertar comentarios, en la pestaña Revisar → Comentarios de Word.

  1. Caos tipográfico

Destinar muchas fuentes diferentes a los textos de tu obra no la hará más llamativa o interesante; al contrario, parecerá un batiburrillo tipográfico que hará suspirar a más de uno —y no de amor, precisamente—.

Con una sola fuente para todo el texto, dos a lo sumo, es más que suficiente. Los efectos enfáticos del texto se pueden lograr perfectamente jugando con la negrita y la cursiva, sobre todo, si se usan adecuadamente, por supuesto.

En el momento de enviar un manuscrito a una editorial, concurso o profesional opta por fuentes estándares, por aquellas que todos tenemos en el ordenador. Recuerda que en este momento lo que importa no es la forma, sino el contenido, pero también quieres que la lectura de tu obra se una experiencia agradable.

Otros elementos a tener en cuenta para hacer que tu obra tenga un mejor aspecto a primera vista son los siguientes:

  • Utiliza las opciones de superíndice y subíndice en lugar de usar un cuerpo menor de la misma fuente para tales fines.
  • Si quieres agrandar la primera palabra o frase de los capítulos, no uses la mayúscula, usa la versalita, que para eso está.
  • Los títulos solo llevan la primera letra en mayúscula. Capitalizar La Primera Letra De Cada Palabra Es Un Error Y Dificulta La Lectura.
  • Poner negritas a todo lo que crees que debe resaltar o es «importante»: un libro no es un blog.
  • Lo anterior también vale para negritas cursivas, cursivas, versalitas y subrayados. Y más aún si se combinan variantes.

 

Evidentemente muchas de las cuestiones planteadas se encargarán de señalarlas en el manuscrito el corrector y el maquetador de acuerdo con la línea editorial de la casa que publicará tu libro y, por descontado, que el aspecto final de la obra variará mucho de lo que presentes en un inicio, pero solamente teniendo en cuenta estos cuatro aspectos causarás una mejor primera impresión y demostrarás profesionalidad.

 

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