Entrevista con el autor: La Educación de la Persona Vocacionada: Reflexiones Profundas sobre el Desarrollo Personal

Entrevista con el autor: La Educación de la Persona Vocacionada: Reflexiones Profundas sobre el Desarrollo Personal

La Educación de la Persona Vocacionada: Reflexiones Profundas sobre el Desarrollo Personal

En un mundo cada vez más enfocado en lo inmediato y lo superficial, La educación de la persona vocacionada nos invita a reflexionar sobre la importancia de la vocación y el desarrollo personal en un contexto educativo profundo. Esta obra de José Luis Botanch Callen no es solo un libro de teoría educativa, sino una guía para entender la esencia del «ser vocacionado» y su papel en la construcción de una vida auténtica.

A través de una cuidadosa combinación de antropologíºa y filosofía de la educación, el autor propone un sistema en tres niveles que se adentra en la esencia de cada persona, instándonos a descubrir y vivir en consonancia con nuestra vocación. Este enfoque, que Botanch Callen denomina «Antropología de la razón vital vocacional», busca responder a preguntas fundamentales sobre cómo cada persona  puede encontrar y vivir su misión propia en un entorno muchas veces hostil o indiferente.

La obra plantea un desafío: vivir desde la autenticidad y el compromiso, un camino que exige autoeducación, constancia y un profundo conocimiento de sí mismo. En esta entrevista, nos adentramos en las motivaciones, experiencias y visiones del autor, quien nos ayudará a comprender mejor este viaje hacia la plenitud vocacional.

15 Preguntas para el Autor, José Luis Botanch Callen

¿Qué le inspiró a escribir La educación de la persona vocacionada?

Este libro es la continuación educativa practica-organizativa de las “exigencias” de  la <antropología  de  la razón vital  vocacional> ya expuesta  en una  obra  anterior, publicada  este  mismo  año. En la  antropología filosófica no se  suele  considerar  como “tarea propia” abordar ninguna de  las necesidades que la persona ha de afrontar e intentar  resolver para conseguir vivir según  lo que le es  circunstancialmente inevitable, esta es una de  las  razones que justifican este segundo  volumen en el que se unen razón vital y “razón práctica”.

  • ¿Cómo definiría el concepto de «razón vital vocacional» y su importancia en el desarrollo humano?

Su referencia es la  antropología filosófica de  la  razón  vital  orteguiana y su núcleo personalista en este  autor, pero también  en  otros a los  que para evitar exclusiones no citare. La persona  que  también <consiste> en sus factores  <individuales> -psicológicos, biológicos, socialización- cuando  ha de tomar decisiones, incluso cuando  trata de  evitarlas, tiene que decidirse a ser/<intentarlo> según su propia condición  personal, y esta es suya, propia, única, es su vocación. Podemos usar la “razón vital  vocacional“ e <intentar> una vida propia personal o defendernos de nosotros  mismos con estrategias  compensadoras, esta opción es crucial para “nuestra” vida .

  • La obra habla de un «primer nivel» de autoeducación. ¿En qué consiste y por qué es fundamental?

La educación, que no instrucción o enseñanza convencional reglada formal o informal, es una  necesidad para  las mejores  y mayores posibilidades de una vida  personal. Con esta  educación la  persona, independientemente de su edad, ha de adquirir real, práctica y en continuidad, su capacidad de autodirección vital, lo que le permitirá su recurrente y autónoma educación. Nos educaremos con y junto a otros que  han de  aceptar la personalización de todos  como  criterio, y como objetivo la adquisición de la capacidad  de  autoeducación.

  • ¿Cómo puede una persona identificar su vocación en un entorno social que muchas veces se muestra indiferente a la individualidad?

Esta es la gran y primordial  <tarea > de la  persona, “todo lo demás“ vendrá después. En el libro titulado  Antropología  de  la  razón  vital  vocacional, del cual este,  La educación de  la persona  vocacionada es una  continuación “aplicada o procedimental”, como  ya he indicado en una pregunta anterior,  se desarrolla in extenso el proceso, para algunos mas breve, pero no para  todos, de este desvelamiento de la universal  condición  vocacionada. Un <paso> posterior es encontrarse con ese <quien> necesito vivir, es cuando <conoceré> mi vocación. Pero hay  una anticipación en forma esquemática para  evitar incomprensión y animar a quien  se considere interesado por…<si mismo>: hay  que empezar apartando todo lo que nuestro entorno sigue intentando desde  hace  “tanto” tiempo, y en la  actualidad de forma obsesiva, contrapersonalista, para que  dejemos  nuestra persona , que aceptemos su clausura, y que seamos reducidos a la condición  de <individuo  heterodiseñado>.

  • ¿Cuáles son las principales barreras que suelen encontrar las personas para vivir una vida vocacional auténtica?

La respuesta a esta  cuestión  se realiza en el libro para cada  una de esas barreras. Hay dos grandes ámbitos en los  que  la persona  vive, su <circunstancia interior > y la  <circunstancia  exterior>, en cada una de las cuales puede encontrarse con dificultades de <personalización>.La propia biografía incluye defecciones causadas por el propio individuo de naturaleza  psíquica o psicosocial, a las que  han de sumarse las que provoca o incluso promueve, y en casos ahora ya no tan excepcionales, impone, una ideología generalizada y muy capaz de, como se ha condensado  en el término “clausurar”, a toda  la  sociedad sin excepciones.

  • Usted menciona el heroísmo en el contexto de la vocación. ¿Puede explicar a qué se refiere con esto?

Este término lo encontramos en la antropología orteguiana. Haciendo una  síntesis solo aceptable en el contexto  propio de la entrevista, puede indicarse que la persona  se halla  siempre  en una interacción cuyos  “términos” son <yo> y la <circunstancia>, allí  aparece  la vida  personal, mejor , puede  aparecer. Lo más importante  es conocer que  la <circunstancia> no soy <yo>, pero que en ella he de realizar <mi> vida, vivir  vocacionalmente, si lo consigo, salvando esta inmediata  <circunstancia>, me habré  salvado <yo>. Esta es una  tarea  para  un <héroe>, la vida de cada  <quien> es la de un <héroe>, no siempre  con “éxito” y con el reconocimiento de  los  demás, si aceptamos vivirla.

  • ¿Qué papel juegan las instituciones en la formación vocacional? ¿Ayudan o limitan este proceso?

Desde  siempre, y también  en la  actualidad, las personas y las instituciones sesgan su interpretación y actividad  hacia el persona-lismo o hacia  su contradicción, el contrapersonalismo. La educación  vocacional hoy es inexistente entendiéndola como el núcleo de  la persona. En el libro se caracteriza una tipología  de instituciones consiguientes con la auténtica  <consistencia> de la  persona que tendrían su definición y legitimidad en el servicio a la auténtica  educación. Puede  haber “rudimentos” en familias, grupos de adscripción voluntaria, sin embargo, es necesaria una determinación para una vida desde  la persona con la radicalidad de una necesidad, para  que el formalismo, el nepotismo y la burocratización no malogren o distorsionen las buenas intenciones.

  • ¿Cómo podemos, como individuos, superar las dificultades externas que limitan nuestra vocación?

Como individuos, sin los  procesos de  personalización, sería una pura elucubración. No saldríamos de las estrategias y escenarios que una conciencia captada y sometida por este “componente” individual nos impediría “cualquier  opción  personal”.  La economía  y dinámica de la  integración  social  es un poderoso instrumento de esa conciencia  de seguridad individual que nos llega a convencer que los  <héroes> solo nos son convenientes cuando viven  en la literatura  o en la  ficción de su vocación.

  • ¿Qué consejos  daría a una  persona  que  siente que  está desconectada  de su vocación?

Si logra alguna conciencia  o conocimiento  de su condición vocacionada, como  ya se ha indicado  antes, saber de su propia  vocación  es otro estado de vida, el de <persona>, hay  poco que aconsejarle, pues, aunque de forma menos precisa y exhaustiva, como se puede  hacer desde  la antropología  de  la  razón  vital  vocacional , y con la propuesta educativa que  se desarrolla en La educación  de  la  persona  vocacionada, es del todo probable  que lo <intente> en algún momento  favorable  de su vida. Si el interés es personal, esto es, adquiere  la categoría de <necesario>, le propongo que lea Antropología  de  la  razón  vital  vocacional, y después  La educación de  la persona  vocacionada.

  • En su libro, ¿cómo define la «autoeducación» y por qué considera que es esencial para el desarrollo personal?

La finalidad de la educación es garantizar que la condición  de persona  no se oculte y distorsione por nuestra condición  de individuos, y esto a lo largo de toda  nuestra  vida. La continuidad  de nuestra vida  vocacionada necesita de la pervivencia  de la educación, así la adquisición de la autoeducación permitirá disponer  del instrumento para mantenernos en una vida propia  autentica. Como es evidente  se necesita  una mayor  precisión  que el futuro lector  encontrara en el libro.

  • ¿Cree que todos tenemos una vocación? ¿Es algo que se descubre o que se elige?

Si accedemos al examen, sin pre-juicios, de la inmediatez de nuestra vida lograremos  encontrarnos en una “experiencia  de dolor” o en una relativa de felicidad. La felicidad  rotunda también  concurre en la vida  de  algunos. Cuando hemos personalizado nuestra vida descubrimos nuestra  vocación y la felicidad  nos acompaña, y esta es una condición  humana, “solo” tenemos que  aceptarla. Como casi  siempre,  nos decía José  Ortega  y Gasset, nos  ocupamos muy poco de  nosotros  mismos de nuestra  persona, de <quien> somos, en definitiva de   nuestra  vocación . 

  • ¿Cómo deberían los educadores abordar la formación vocacional en los jóvenes?

En el libro se describe y propone una perspectiva de la educación que no es la que sostiene el sistema de la enseñanza  formal, así los educadores en los Niveles I, II y III deben  de  haber alcanzado  una vida  propia  vocacionada, y su dedicación es, será, una función en un proceso de institucionalización de un sistema educativo al servicio  de la personalización, y no todos  ellos han de tener una dedicación  exclusiva. Los educadores  tienen como objetivo, primero evitar que se malogren las <personas> de sus educandos>, pero sin solución  de continuidad,  la  apertura de su condición  vocacionada.

  • Usted habla del riesgo de una «tragedia antropológica» cuando alguien no vive según su vocación. ¿A qué se refiere?

La vida personal puede asumir su condición  “dramática” o al rechazarse, al no aceptarse a sí mismo, provocar una -la suya- tragedia, convirtiéndose en un simulacro de vida humana, mal-viviendo con su genérica condición  de individuo, es lo que Ortega denomino “cadáver viviente”. Esta es la primera y recurrente tarea del educador.   

 

  1. ¿Cuál es el papel de la espiritualidad en la búsqueda de la vocación según su perspectiva?

El término hay que precisarlo para  evitar cargar con las diversas  y múltiples interpretaciones  que se trasmiten  desde siempre y que no sirven  para cualquier ámbito de conocimiento, como el concepto de espíritu en el idealismo moderno  y contemporáneo, y muchos otros usos. En una significación histórica central, la espiritualidad como vida de la trascendencia en la persona, ha de aceptarse  para que pueda interaccionar con cualquier  realidad  antropológica como la vocación. Dada esta  aceptación, y solo para quienes así  lo consideren, la condición  personal del ser humano tiene  una significación única, la vocación es propia, única, todo lo demás es genérico, repetido, y la dirección  hacia la trascendencia personal es inmediata. En el libro se desarrollan las dos opciones y esta conexión necesaria también para el creyente. Es conveniente considerar la continuidad de la <antropología> y la educación para fundamentar la práctica  de esta última. 

  1. ¿Qué le gustaría que los lectores se lleven consigo después de leer La educación de la persona vocacionada?

La posibilidad  de intentar  una vida  propia porque  la antropología  lo fundamenta sin ceder a ningún recurrente intento de despersonalización. Como consecuencia  la reflexión sobre las condiciones institucionales, discentes e históricas para su presencia en la vida de todas las personas.

 

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