Los ocho mandamientos de Stephen King

Los ocho mandamientos de Stephen King

Muchos escritores noveles, antes de ponerse manos a la obra, buscan un manual que garantice el éxito de su novela en ciernes. Aunque no existe dicho manual, existen muchos y variados libros de formación para escritores: Escribir Ficción de Gotham Writers´ Workshop,Trucos para escribir mejor de Carlos Salas, 70 trucos para sacarle brillo a tu novela de Gabriella Campbell, El escritor emprendedor de Ana González Duque… Estos son solo algunos de los que encontraréis en el mercado. 

Cuando un escritor principiante, tras investigar exhaustivamente toda la oferta habida y por haber y con unas ganas tremendas de empezar a escribir, consigue por fin una lista de los libros para escritores más recomendados, la pregunta que le viene a la cabeza es: ¿Por cuál empiezo? ¡Pero no desesperéis! 

Desde Editorial Autografía, apostamos por uno en especial.  “Mientras escribo” tiene el récord en ventas y no es para menos, pues son millones los lectores que acumula Stephen King tras sus 61 novelas y sus siete libros de no ficción. Además de ser lo más parecido a una biografía que ha escrito el novelista, es una guía de las herramientas de las que dispone todo escritor y de cómo aprovecharlas. 

Con el fin de haceros más liviano el proceso de escritura, a continuación, os presentamos los Ocho Mandamientos de Stephen King. ¡Apuntad!

  1. La primera regla del vocabulario es usar la primera palabra que se te haya ocurrido, siempre y cuando sea adecuada y dé vida a la frase. El lenguaje directo y cotidiano es nuestro mejor amigo. 
  2. La simplicidad de la construcción nombre-verbo es útil, porque como mínimo suministra una red de seguridad a la escritura. 
  3. ¡Evita la voz pasiva! Escribe el tímido: “La reunión ha sido programada  para las siete”. Es como si una vocecita le dijera: “Dilo así y la gente se creerá que sabes algo”. ¡Abajo con la vocecita traidora! “La reunión es a las siete”. Y punto. Ya está. ¿No te sientes mejor? El autor no propone suprimir por completo la voz pasiva. Supongamos, por ejemplo, que se muere alguien en la cocina, pero que acaba en otra habitación. Una manera digna de explicarlo es “El cadáver fue trasladado de la cocina y depositado en el sofá del salón”. King lo acepta pero no lo aplaude. Mejor: “Freddie y Myra sacaron el cadáver de la cocina y lo depositaron en el sofá del salón”. Además, ¿por qué tiene que ser el cadáver el sujeto de la frase? ¡Narices, si está muerto!
  4. Desconfía del adverbio. Según King, de adverbios está empedrado el infierno. Dicho de otro modo: Son como el diente de león. Uno en el césped tiene gracia, pero como no lo arranques, al día siguiente encontrarás cinco, al otro cincuenta… y a partir de ahí, tendréis el césped “completamente”, “avasalladoramente” cubierto de diente de león. Entonces los veréis como lo que son, malas hierbas, pero entonces, ¡ay!, entonces ya será demasiado tarde.
  5. La mejor manera de atribuir diálogos es “dijo”. Escribir adverbios es humano, pero escribir “dijo” es divino. Algunos escritores intentan esquivar la regla antiadverbios inyectando esteroides al verbo de atribución. ¡No caigas en ello! Es probable que tu relato esté bastante bien narrado para confiar en que, si usas “dijo”, el lector sepa cómo lo dijo. 
  6. Omite palabras innecesarias. Si se sabe quién habla, la atribución en el diálogo sobra.
  7. Los párrafos son mapas de intenciones. El patrón ideal de párrafo expositivo contiene una frase-tema seguida por otras que la explican o amplían. La escritura es pensamiento depurado. Hay que aprender a oír el ritmo. La aceleración, suponiendo que en algún momento se produzca, ocurrirá a nivel de párrafo.
  8. El lenguaje no está obligado a llevar permanentemente corbata y zapatos de cordones. Escribir es seducir. ¡Experimenta!

 

Editorial Autografía

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