Alegorías Interrumpidas

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Description

Él siempre había sido un chico de ciudad, más bien un chico de ciudades, transeúnte de culturas, viandante de nuevas formas de hacer. Acostumbraba a decir que no se trataba del cómo, si no que había que hacerlo por el qué aunque sin descuidar las formas eso sí. Con un carácter tiznado por el tardofranquismo catalán, que a veces se confundía con la promiscuidad del retardo aleteo del régimen, siempre me hablaba de un local que solía frecuentar en la calle Muntaner, un lugar para pijos de la ciudad condal, donde se hablaba de temas de intelectuales y asuntos internacionales. Me encantaba escuchar vociferar sobre pequeñas aventuras que allí se vivían, después imaginaba desenlaces y las escribía cuando debajo de la mesa me cobijaba del frío invierno. A madre no le gustaba, decía que algún día me acabaría asfixiando el brasero de picón.

Sigo pensando que hubiera preferido un hijo común al resto, de los de pelota, carreras y guerras de piedras. Muchas de las historias del pariente lejano de mi padre quizás fueran inciertas, aunque ser un chico de ciudad, bueno, más bien de ciudades te hacía más interesante. El también me contó que Carlos III gran alcalde de Madrid, jamás paró más de dos meses seguidos en la ciudad, y fue un ilustrado de los de postín, sin apenas saber leer. No sé que tenía el pariente lejano de papá, pero yo quería ser como él. Recorrer mundo y visitar el famoso local de la calle Muntaner.