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“Venga Candela, solo hay que ponerle ganas y todo irá mejor” creo que era la décima vez que me repetía a mi misma esa frase en ….¡Tres minutos! Madre mía, tres minutos de uno de los días más decisivos de mi vida y no tenía pinta de que fuera a ser de los buenos. No pasa nada, eso comparado con las quince horas que probablemente durará, no son nada, así que con la vista totalmente recuperada del sol, solo quedaba llegar a la puerta sin que ninguna sorpresa del suelo me lo impidiera, por lo que una vez fuera de la habitación…todo iría sobre ruedas. Pero algo interrumpió el corto trayecto que me quedaba, Bip, ahí estaba, la primera notificación de whatsapp, la primera de muchas, ya que hoy era de esos días, que si tuviera narices, dejaba el móvil en casa, pero era absurdo, mi dependencia por ese pequeño artilugio era demasiado fuerte, algo extraño teniendo en cuenta lo poco sociable que me podía mostrar al mundo, con lo que asumiendo mi derrota, fui a por él.
