Description
Cuando vivimos lejos los espejismos ayudan bastante, y creer que todos siguen disfrutando de la vida como si el tiempo nunca los hubiese molestado, puede resultar conciliador.
Pero al regresar al barrio esas treguas desaparecen, y los oasis se diluyen en una realidad mucho más palpable; allí, lamentablemente, no solo habita la sed, sino que también martilla la rudeza de un tiempo avaro que no les ha perdonado tanto la vida, o al revés, nos ha convertido a nosotros mismos en auténticos fantasmas.